El Tribunal Electoral cómplice del totalitarismo

Publicado en "La Voz de Jalisco", 30 de enero 2025.

El poder absoluto, la destrucción de las instituciones y la construcción de un partido hegemónico no es algo que puede instaurarse sin la complicidad de funcionarios que traicionan su juramento de proteger el orden constitucional.

En la historia encontraremos muchos ejemplos, uno de ellos está en Víctor Manuel III, rey en Italia de 1900 a 1946. Su recuerdo hoy causa indignación y lastima a un pueblo que vivió con dolor veinte años bajo el régimen fascista.

El monarca, quien había jurado defender la Constitución, fue quien facilitó la llegada de Benito Mussolini al poder. Ante la amenaza del movimiento fascista decidió abrirle las puertas del poder y ofreció su complicidad a cambio de mantener sus privilegios y el título monárquico.

Dejó de ser un jefe de Estado y se convirtió en un sumiso cómplice del fascismo a quien le brindó legitimación de muchas formas, por ejemplo, firmando leyes que suprimían libertades e instituyendo una justicia que, parafraseando a Piero Calamandrei, disfrazaba de sentencias las venganzas políticas.

Eso ocurre cuando las personas, en quienes se deposita la confianza y el alto honor de defender la Constitución, traicionan a un pueblo y actúan “en nombre del orden constitucional” para ser cómplices de quien busca la concentración de un poder totalitario.

Algo similar acontece en México. La democracia y la crisis constitucional que se vive en nuestro país no podría concebirse sin la participación de las instituciones electorales; especialmente, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Desde hace muchos meses, vemos a un Tribunal Electoral condescendiente con el oficialismo y que se ha encargado de validar cualquier acto que venga de él. Algunos ejemplos van desde la validación de las campañas anticipadas de MORENA, hasta la entrega de una mayoría ilegítima de legisladores al oficialismo, con lo cual hoy pueden hacer de nuestra Constitución lo que les plazca.

Con un poder ilimitado, el oficialismo tiene en el Tribunal Electoral federal un instrumento de legitimación que les permite materializar cualquier atropello a los derechos humanos y demoler los históricos avances democráticos de nuestro país.

El último acto de transgresión al orden constitucional por parte del Tribunal Electoral, con el propósito de cumplir la voluntad del oficialismo, fue una sentencia dictada el 27 de enero de 2025.

Con esa resolución, el Tribunal Electoral desplazó la función del Comité de Evaluación del Poder Judicial, para encargar al Senado la continuación de los procedimientos de selección de personas que aspiran a un cargo dentro del Poder Judicial.

La resolución desconoce las suspensiones dictadas por jueces de distrito, en las que se ordenó a ese Comité, así como a los del Legislativo y Ejecutivo, detener los procedimientos de selección de candidaturas, hasta que se decidiera el fondo de los amparos sobre la reforma al Poder Judicial.

El Tribunal Electoral, ese órgano que se ostenta como tribunal constitucional, primero ordenó al Comité del Poder Judicial desacatar las suspensiones. Y, cuando ese Comité se negó a hacerlo, decidió él mismo violar la Constitución.

No cabe duda, lo que hoy hace el Tribunal Electoral es lo mismo que realizó Víctor Manuel III en Italia décadas atrás: allanar el camino hacia absolutismo y legitimar la instauración de una dictadura.

Después de todo, un régimen que pretende instaurarse como absoluto y que no está dispuesto a reconocerlo necesita de una institución que pueda disfrazar de sentencia la vulneración a nuestras bases republicanas.